Práctica 4- Resumen de un artículo de investigación


LA COMPETENCIA EMOCIONAL Y EDUCACIÓN LITERARIA


Hace unos años, Luis Fernando Rodríguez reflexiobaba sobre la relación entre la educación emocional y la educación literaria. Si la lectura es una herramienta para construir la identidad del lector, podemos afirmar que existe una relación de reciprocidad entre la lectura y la competencia emocional. Están una al servicio de la otra y viceversa. A las acciones de "leer", "escribir", "hablar" y "escuchar" les sigue la autorreflexión, la empatía, la cooperación, la asertividad y el autocontrol. Es decir, mediante la lectura se enlaza lo intrapersonal con lo interpersonal. Por ese motivo, la literatura para jóvenes ha ampliado sus horizontes con temáticas, como la milticulturalidad, la inmigración, la otredad, la diferencia, entre otros muchos temas. Su tratamiento también ha cambiado. Además de realismo, hay humor y fantasía, rasgos muy propios de la tradición oral. Se han incorporado técnicas de la literatura adulta, como la fragmentación narrativa o desenlaces que desengañan a los lectores. Es evidente que "lo emocional debe incluirse en el currículo porque la cognición y la emoción están más relacionados de lo que se creía, ya que el cerebro madura a través de experiencias" (Rodríguez Martínez, 2013, p. 182). Con lo emocional se pretende que los alumnos aprendan a percibir, expresar y controlar sus sentimientos, así como cierta destreza empática para atenuar las conductas disruptivas.
   La educación literaria como la educación emocional son competencias básicas de nuestro currículo, que surgen de la necesidad de adaptar la educación de los más jóvenes a una realidad compleja, pero que se diferencian por su nivel de concreción (la educación literaria es más específica porque tiene como objeto de estudio una materia en particular, en cambio, la educación emocional es más general, dado que trata las relaciones interpersonales). Estás íntimamente relacionadas, ya que los objetivos de la literatura no son solo cognitivos o estéticos, sino también afectivos. Por lo tanto, si la propia materia lo demanda, su educación ha de ir en consonancia. Asimismo, mediante la literatura podemos realizar interpretaciones culturales, pues ella misma es un sistema cultural que da forma a nuestra experiencia, donde "los lectores llevan a cabo actividades de figuración, imaginación, participación, identificación, previsión, retrospección, valoración y evaluación. Es decir, la lectura desarrolla la representación y la comprensión del mundo de forma lógica y emocional, por eso, las lecturas son agentes socializadores" (Rodríguez Martínez, 2013, p. 191). Por ello, la enseñanza de la literatura tiene que encaminarse hacia actividades que establezcan un diálogo entre lector y texto, y lector y cultura. Este tratamiento exigirá una orientación y la ejecución de trabajos grupales. 
    Por todo ello, Luis Fernando Rodríguez decidió crear un proyecto para 3º de diversificación donde la lectura mejorara la capacidad emocional de los alumnos y, viceversa, las emociones mejoraran su capacidad lectora. Estableció dichos objetivos tras observar detenidamente la conducta del grupo. Detectó que la agresividad y violencia verbal se debía a que los alumnos no intentaban comprenderse unos a otros. De ahí que diseñara una actividad en la que mediante la lectura de El curioso incidente del perro a medianoche entendieran la importancia de percibir, escuchar y comprender las emociones ajenas. Se dividió el proyecto en tres fases: una fase inicial, donde los alumnos habían de responder a dos cuestionarios, debatir los resultados entre ellos y comentarles el programa de dicho proyecto; una fase de desarrollo, donde leerían la novela seleccionada a lo largo de varias clases para ir coméntadola junto con el profesor y realizarían pequeños trabajos de investigación sobre el autor, la obra y algún aspecto que les llamara la atención de esta; y una fase de síntesis, donde respondieron de nuevo a otros dos cuestionarios para medir su conocimiento de las emociones propias y su capacidad de empatía y, luego, para constatar el grado de comprensión de la novela, tenían que redactar su opinión sobre ella y su utilidad. 
    La Educación Emocional no aporta realmente nada nuevo. Si observamos el pasado de los cuerpos de disciplinamiento de las instituciones educativas, nos damos cuenta de que las sensibilidades eran modeladas por las normas y discursos vigentes en dichas instituciones. Por eso, resulta más coherente afirmar que esta pseudociencia supone un cambio en la concepción del afecto, pues lo que se pretende es modificar la producción de conocimiento y la lógica misma de las disciplinas. Ahora bien, como la inteligencia emocional es aprendida, puede enseñarse, por lo tanto, es educable. Con el diálogo pueden perfeccionarse las capacidades para percibir las propias emociones, para controlarlas, para reconocer los sentimientos de los demás y para inducir respuestas en ellos. Todo esto plantea cuestiones sobre las capacidades de la pedagogía para transformar. ¿Hasta qué punto deben integrarse las emociones en el aula y, viceversa, hasta dónde deben dejarse de lado? Son cada vez más los retos que ha de enfrentar una buena educación, no obstante, creemos que en un futuro próximo habremos liado con ello.

Álvaro Marín Quinto.

Rodríguez Martínez, L. F. (2013). Competencia emocional y educación literaria. Multiárea: revista de didáctica 6, 177-224.



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